Ivan Castillo (42) llegó al estado de Louisiana en el 2006, un año después del huracán Katrina, en busca de seguridad, oportunidad económica y una comunidad que le de la bienvenida. En ese entonces solo tenía 19 años y su motivo principal para emprender su viaje migratorio fue el rechazo de su familia por su orientación sexual. Aunque la gente le decía a su mamá “tu hijo esto, tu hijo lo otro”, ella nunca le tocó el tema. Fue hasta que ya tenía 17 años cuando se empezó a notar en sus comportamientos que sus hermanos le ponían la queja a su mamá y empezaron los regaños. Fue entonces cuando empezaron sus problemas y decidió emprender su viaje a Estados Unidos donde ya vivía su hermano mayor. Su primer trabajo fue en el área de la construcción, un cambio de vida muy difícil y aún más cuando su hermano mayor decide regresar a México y se queda solo. Es ahí donde Ivan empieza a sentir el rechazo del resto de la sociedad.

“Desafortunadamente la gente te califica como no debería, muchas veces te juzgan sin conocerte, por el simple hecho de ser una

Ivan tuvo que empezar a tocar puertas con amistades de la familia para poder seguir trabajando en la construcción. Unos le cerraban las puertas y los que le daban la oportunidad lo asignaban en áreas donde no podía desempeñarse… “No me daban el trabajo porque me necesitaban, sino para ser un objeto de burla para ellos, me ponían a romper cemento, cuando yo no sabía cómo hacerlo, nunca me explicaban ni cómo manejar la maquinaria”. En ese tipo de trabajo Ivan tuvo muchos accidentes, y también le tocó ver a otras chicas trans en las mismas condiciones que él, haciendo cosas que no sabían.  

Fue entonces cuando se dio cuenta que tenía que hacer algo y comienza a involucrarse en organizaciones como El Congreso de Jornaleros, apoyar marchas, protestas, y así conoce a la activista Jeyra Cardona, quien le brinda apoyo y ayuda para conectar con otras organizaciones. 

Los primeros en apoyarlo fueron Brotherhood, una organización de afroamericanos que llevó a su casa un grupo de doctores para los exámenes de VIH. “Dentro del grupo aprendimos que nos teníamos que ayudar unos a otros, cuando alguno tenía que ir a una clínica, los mismos chicos prestaban sus servicios para llevar a los que no tenían carro”.

A medida que se adapta a su vida en los Estados Unidos y comienza a construir una comunidad, Ivan comenzó a vivir la vida que le habían contado sus amigos y la que había soñado, la vida que no podía vivir en México por respeto a su familia… Empezó a hacer shows, a trabajar como estilista, a hacer todo lo que quería hacer. “Fue como un balde de agua fría para mi familia, pero ni tanto porque yo digo y siempre he dicho, un padre conoce al hijo desde que va creciendo, que no lo acepte es diferente”.

Después de organizar con mucho esfuerzo su primera feria de salud, Ivan y dos mujeres trans se unen para tocar puertas y organizan giras por diferentes discotecas y restaurantes locales con sus shows para atraer a la comunidad latina LGBTQ+ que no conocían. Poco a poco el grupo que se reunía en casa de Ivan fue creciendo, al punto que ellos mismos le dieron la pauta de que ya era hora que se registrara como organización y es ahí donde nace Familia del Sur, una organización sin fines de lucro cuya misión es poder llegar algún día a tener una casa donde puedan recibir a las personas de la comunidad LGBTQ+ que vienen huyendo de discriminacion y violencia de sus países de origen y promover métodos de salubridad para evitar que los chicos se enfermen del VIH o enfermedades de transmisión sexual y apoyar a los miembros de su comunidad que están en los centros de detención. 

Justo en el mejor momento de la organización, llegó la pandemia-Ivan y su pareja salieron positivos con COVID-19, la pandemia esparce a la mayoría de los integrantes de Familias del Sur y les toca aislarse. La peor parte del contagio se la llevó Gilberto, su pareja, “estuvo muy grave, fueron momentos muy duros, estuvo casi dos meses en cama, sentía que se me iba” dijo Ivan. 

 Durante ese tiempo de enfermedad e incertidumbre, donde los días y las noches eran casi lo mismo, porque casi no dormía para cuidar a su pareja y en el día le tocaba salir a buscar medicamentos y comida. El sueño era su peor enemigo, al punto que muchas veces tuvo que orillarse en algún lugar para poder dormir. Comía poco porque al sentarse a la mesa le salían las lágrimas, mientras su salud también se deterioraba. 

“Traté de resistir hasta donde pude, pero había momentos en los que ya no podía, el día que lo vi levantado caminando con los perros y limpiando la casa, ese día me recosté en la cama y me cuentan que pasé tres días inconsciente”.  

La pandemia terminó y mientras todo se iba normalizando nació un nuevo emprendimiento para la familia que forman Ivan y Gilberto. Casi a finales del año 2022 abrió Garibaldi Antojitos Mexicanos, un restaurante que ofrece el sabor artesanal de la comida mexicana. Ivan nos contó que no tenían planes de abrir negocio porque ya cuentan con un local en la Pulga y los contratan para muchos eventos, pero por la pandemia cerraron muchos lugares y se dieron cuenta que no podían depender solo de ese negocio, el cual abre solo los fines de semana. Así que un día manejando por el área encontraron el lugar y les gustó y sin ser expertos en construcción, solo con lo aprendido se dieron a la tarea de arreglarlo y decorarlo al gusto de los dos. 

Le doy gracias a Dios por toda la fuerza y la salud que me da y por haberme puesto la persona que tengo a mi lado, como dice un refrán: detrás de cada hombre hay una gran mujer, en mi caso fue otro hombre, un hombre que en las buenas y las malas siempre está conmigo”. Un hombre que me apoya en todo. Dijo. 

Ivan, quien con mucho orgullo se llama activista por su comunidad LGBTQ+, reconoce que Familia del Sur fue estratégica en su momento para visibilizar las necesidades de una comunidad que no tenía apoyo ni mucho menos acceso a servicios médicos por el hecho de no tener documentos, no tener seguro y hasta por no hablar inglés. Acceder al tratamiento de la pastilla Prep, un medicamento altamente eficaz contra el VIH, era algo inalcanzable financieramente hablando, pero hoy en día gracias al trabajo mancomunado muchos llevan su tratamiento a un costo considerable.

Aprovechando que el mes de junio celebró el ” Orgullo” le preguntamos a Ivan que pensaba y su respuesta fue ” Me encanta, es algo muy bueno, pero para mí el PRIDE es una celebración de todo el año” dijo.  

Además, aprovechó el espacio para dar un mensaje de tolerancia a todos aquellos que juzgan sin conocer. “La gente tiene que aprender a respetar más, es fácil juzgar cuando no se trata de tu hijo, tu hermano, cuando puedes golpear a uno de nosotros sin darte cuenta que el día de mañana puede ser a tu hijo al que van a golpear. Nosotros tenemos que estar preparados para eso, tenemos que aprender a respetar, a dar oportunidades.” Puntualizó.